[ Palacio de La Alhambra ]

Francisco Ossa Mercado es el hombre que mandó a construir esta versión del famoso palacio granadino. Proveniente de dos antiguas familias mineras de Copiapó, a los 29 años de edad ya era alcalde de dicha ciudad. La fortuna lo sorprendió diez años después, día en el que Miguel Gallo lo incitó a unirse a la empresa del mineral de plata de Chañarcillo. Luego de hacer fortuna con la explotación de este mineral decide construir su palacio en Santiago. Interesado en los quehaceres públicos y amigo de Portales, ingresó a las filas peluconas para posteriormente ganarse un sillón en el Senado. Asimismo, su fortuna le permitió apoyar diversas obras de beneficencia e ingresar como socio a empresas de interés público, tales como el ferrocarril de Santiago - Valparaíso. Fiel a su sueño palaciego Francisco Ossa se dedicó a encontrar un arquitecto adecuado para tal obra. Pocos le parecían aptos para realizarlo, salvo los extranjeros quienes traídos por el propio gobierno, recién comenzaban sus primeros proyectos en tierras nacionales. Finalmente decide contratar al arquitecto Manuel Aldunate para la realización de los planos de su casa, mandándolo antes a España a estudiar la Alhambra de Granada, obra que lo inspiraba de sobremanera. A su regreso al país, Aldunate llega con dibujos, plantillas, materiales y maestros españoles. Ossa no escatimó en gastos: quería un palacio de verdad. De este modo, se trajeron azulejos y fuentes de agua, incluso la vajilla la mandó a cincelar a París, donde el célebre Odiot. Su muerte, en 1864, le impide ver realizado su sueño. Será otro millonario, Claudio Vicuña Guerrero, quien lo termine y vea completado. Vicuña iba camino a la presidencia en 1891 cuando llegó la revolución, como Ministro de Balmaceda partió al exilio y su palacio fue confiscado y saqueado íntegramente para transformarlo en cuartel militar. Cuando Vicuña vuelve a Chile, en 1895, su propiedad le es restituida. En 1900, vende El Palacio que fue comprado por Julio Garrido Falcón, dueño de varios fundos y de la Viña Urmeneta. Coleccionista, filántropo y aficionado al arte, instaló una galería en el Palacio. Por cuatro décadas lo habitó para luego donarlo debido al miedo a una inminente demolición. Así, para la mejor conservación del inmueble se lo dona a la Sociedad Nacional de Bellas Artes, la cual es su propietaria actualmente. Edificio de gran mérito arquitectónico y artístico, pertenece a la segunda mitad del siglo XIX, período en el cual se construyen en Santiago viviendas de gran lujo. Es testimonio material de una época de gran prosperidad económica. Estilísticamente inspirado en el Palacio de la Alhambra de Granada, su construcción refleja la intención y aspiración de los grandes burgueses del país de copiar obras reconocidas en Europa. No obstante, se trata de una copia que responde al deseo de construir versiones locales de aquellas obras.