[ Ascensor Polanco ]

El mar y los cerros son los elementos esenciales de la identidad urbana de Valparaíso. Pescadores, marineros y comerciantes fueron creando en la ciudad una particular arquitectura de múltiples influencias extranjeras, y de adaptaciones propias derivadas de la especial geografía. Los ascensores son uno de los rasgos más relevantes de ella. A fines del siglo XIX, la expansión de la ciudad hacia los cerros hizo necesario buscar una forma de transporte que permitiera salvar con rapidez las quebradas, acantilados y fuertes pendientes del terreno. El periodista Liborio Brieva inició en 1880 una campaña en la prensa porteña, a favor de la construcción de ascensores y funiculares, que derivó en la formación de una compañía para tal fin. El primer ascensor de Valparaíso se instaló en el Cerro Concepción, inaugurándose el 1 de diciembre de 1883. En 1930, Valparaíso contaba con 30 ascensores. Se trata, en realidad, de funiculares, siendo el del cerro Polanco el único que es realmente un ascensor. Fue construido en 1915 por la firma Huth y Cía., según el diseño del ingeniero porteño Federico Page. La maquinaria es de fabricación inglesa. El transeúnte, tras pasar por la boletería -calle Simpson-, se interna por un túnel de 148 metros de longitud, excavado en la roca. En su extremo aborda el ascensor, que se eleva verticalmente por un pique de 29 metros hasta la superficie de la ladera del cerro, y otros 28 metros por el interior de una torre, en cuya parte superior hay un balcón cubierto. Ahí el trayecto del ascensor concluye, debiendo recorrerse a pie una pasarela de unos 48 metros que termina en una callejuela del cerro. En 1984 la Municipalidad de Valparaíso emprendió la restauración del Ascensor, poniéndolo nuevamente en uso en 1985. La declaratoria de monumento nacional del Ascensor Polanco, efectuada en virtud de sus especiales características, pretende también reconocer el gran valor patrimonial de sus símiles, que enriquecen notablemente la ciudad de Valparaíso.