[ Pila Plaza de Zapallar ]

Hacia 1681, el Cabildo de Santiago da término a las obras que desde el Cerro Ramón trae a la ciudad el primer servicio de agua potable. Estas aguas, que corrían a tajo abierto, eran distribuidas mediante pequeños canales abovedados de ladrillo a unos pocos solares de la ciudad. Poco más tarde se empleó, con este fin, la piedra cancagua, fácilmente horadable y caños de arcilla cocida. Algunos lugares que contaban con este privilegio podemos citar a, la Plaza de Armas, el monasterio de Santa Clara y el Convento de San Francisco. Para celebrar el término de las obras, el Cabildo, las monjas Claras y los franciscanos, encargan una pila al capitán de armeros Alonso Meléndez. En 1682, Meléndez entrega tres pilas similares, de bronce, que fueron puestas en terrenos de estas tres instituciones. La pila de la Plaza de Armas, es traslada en el siglo XIX al Cerro Santa Lucía y poco tiempo más tarde al Palacio de La Moneda. La segunda, tras permanecer más de 200 años en el monasterio Santa Clara, es trasladada a Zapallar, tras la construcción de la Biblioteca Nacional en los terrenos del monasterio. En cuanto a la tercera, la de los franciscanos, no existen antecedentes sobre su destino. La Pila de las monjas Claras fue donada en 1953 a la Municipalidad de Zapallar por Miguel Erlwein, entonces alcalde de la comuna. La pila es de estilo plateresco, al igual que la del Palacio de La Moneda, y para su realización, Meléndez se inspira en las formas y proporciones de una pieza de artillería.