[ Iglesia y Convento Buen Pastor ]

La Congregación del Buen Pastor se creó en el siglo XVII con el objeto de acoger a mujeres en situación de abandono, educarlas y rehabilitarlas. La Orden llegó a Chile en 1855, durante el gobierno de Manuel Montt. Fue el Arzobispo Rafael Valdivieso quien gestionó con el gobierno la obtención de recursos para traer a las religiosas desde Angers. Primero se establecieron en San Felipe, pero poco tiempo después crearon en Santiago una casa de albergue, en unos terrenos situados en la Chimba, donados por Francisco Ruiz-Tagle y por el Convento El Carmen de San Rafael. El dinero necesario para la construcción fue obtenido gracias las activas gestiones de Antonia Salas y la familia Fernández Concha, que reunieron donaciones de particulares, las cuales se sumaron a la subvención del gobierno. El proyecto fue encargado al arquitecto italiano, Eusebio Chelli, iniciándose las obras en 1862. El templo es el elemento central y dominante de la composición; el convento se desarrolla en forma simétrica en relación al eje de la nave central de la iglesia, y se ordena en torno a un patio principal, con jardines y claustro. Originalmente contaba con cinco patios interiores. El valor del conjunto reside principalmente en la relación armónica de espacios y volúmenes. Las líneas arquitectónicas se identifican con el neoclásico, con curiosas reminiscencias góticas en la flecha de sus dos torres. En 1872 la Congregación abandonó el lugar, y durante años las construcciones fueron asignadas a diversas instituciones, hasta terminar en poder de Carabineros de Chile. Esta institución donó el Claustro de las Rosas, el cual hoy forma parte de uno de los hogares de ancianos de la Fundación Ayuda Eterna. En 1982, gracias a una campaña organizada por el sacerdote Sergio Correa, se logró la recuperación total de este monumento nacional.