[ Casa Colonial en Calle Santo Domingo ]

Inmueble que data de la segunda mitad del siglo XVIII, para mediados del siglo XIX perteneció a la familia Gutiérrez Muñoz Bezanilla. Luego, en 1860 pasa a ser dueño de ella su arrendatario, don Manuel Tagle Gamboa. Tras su muerte, ocho años después, su viuda Carlota Correa de Saa queda a cargo de la propiedad. En 1888 muere la Sra. Carlota y, por disposición testamentaria, la casa pasa a poder de dos de sus hijas, Sinforosa y Celinda. Ambas deciden legar la propiedad al Instituto de Caridad Hermandad de Dolores. Esta institución católica de beneficencia se fundó en 1815 en la Isla Juan Fernández por patriotas desterrados allí tras el desastre de Rancagua. Entre ellos se encontraba un pariente de la familia, Carlos Correa de Saa, tío de la Sra. Carlota, explicando así el vínculo existente entre la familia y la institución católica. En 1917 fallece Celinda, la última de las dos hermanas, y la Hermandad de Dolores se hace cargo de su legado. Para comienzos del siglo XX la casa sufre una subdivisión, disminuyendo su superficie total, una cuarta parte del primer patio y del cuerpo oriente. En la fachada, la ventana contigua al ingreso original fue transformada en puerta, la que da acceso actualmente a una casa habitación. La parte más extensa de la subdivisión lo arrienda el Ministerio de Educación. Hacia 1975 esta parte era ocupada por la Escuela Básica Nº 23. Para 1985, empieza a funcionar como Escuela Pública Nº 17. La casa aparece abandonada para los últimos años del siglo XX. En el año 2003 la Dirección de Obras Municipales informa sobre inminente derrumbe de un muro de la casa, hacia la vía pública o hacía el interior del inmueble. Corresponde al mejor y más completo exponente de la vivienda colonial urbana de Santiago, la cual conserva gran parte de sus elementos originales. Testimonio único del siglo XVIII. Casa de fachada continua, de tipo colonial urbano de un nivel. Está estructurada en torno a tres patios de servicios que alimentan a través de un corredor perimetral las distintas dependencias. Se ingresa a través de una gran puerta que da a un zaguán de una crujía dando acceso al primer patio, el cual carece de corredores. Sus detalles constructivos corresponden a un tratamiento propio del siglo XIX. Por medio de un angosto corredor se accede al segundo patio, en donde en su costado sur ha quedado un corredor con pilares circulares montados sobre bien talladas bases de piedra rosada. Un muro de adobe separa éste con el tercer patio. Se caracteriza por sus muros de adobe de 70 cm. de espesor. Tabiques de madera rellenos de adobes. Armadura de techumbre de madera, cubierta de tejas de arcilla colonial sobre entablado y barro. Cielos y pisos entablados, sus pisos exteriores son de baldosa dibujada y piedra canteada rosada.